Otros se resisten, son complejos, despiertan nuestras alertas y nos mantienen en un importante nivel de estrés. Cuantos más tropiezos se van sumando en nuestra vida cotidiana, mayores son las marcas o señales dejadas por ellos. Nuestro pensamiento, nuestro cuerpo e incluso nuestro comportamiento se ven afectados. En estos casos, en el cerebro, se desencadenan una serie de procesos químicos que mantienen preparado al organismo para una situación amenazante y al mismo tiempo alteran el bienestar físico y emocional.
Es frecuente, en personas con un alto nivel de estrés o en épocas con problemas significativos, que aparezca en el día a día tensión muscular, dolores de cabeza, fatiga, problemas de sueño, malestar de estómago o cualquier otro síntoma. También, puede suceder que el pensamiento se acelere y se muestre recurrente en la búsqueda de soluciones, bloqueando la actividad cotidiana y probablemente afectando al descanso nocturno. Asimismo, las emociones de tristeza y rabia suelen estar a flor de piel y puede aparecer una tendencia al aislamiento social. En estos casos sabemos que resulta muy favorable el ejercicio físico por los múltiples efectos positivos que causa sobre el cuerpo y sobre la mente.
La neurociencia se ha parado a estudiar como la actividad física mejora las funciones cerebrales y nos aporta equilibrio y bienestar. Sabemos que en nuestro cerebro hay millones de neuronas conectadas de una manera compleja. Esa conexión entre neuronas se establece a través de un tipo de hormonas llamadas neurotransmisores que son necesarios para transportar eficientemente la información. Algunas hormonas y neurotransmisores está diseñados para ponernos en alerta ante una amenaza (adrenalina, cortisol, …), y otras, (dopamina, serotonina, endorfina..) por lo contrario, promueven estados de alegría, de euforia y de satisfacción ante estímulos beneficiosos. Si logramos un buen nivel de estos segundos neurotransmisores y estos funcionan de la manera adecuada, conseguiremos un buen equilibrio y el mantenimiento óptimo de las funciones cerebrales. Cuando practicamos deporte adaptado a nuestras condiciones particulares, tenemos asegurado el poder alcanzar el nivel adecuado de estos segundos transmisores que nos aportarán equilibrio y bienestar.
Pero ¿Qué nos sucede en realidad cuando los propios problemas nos provocan malestar físico y mental? Con un nivel alto de contratiempos cotidianos, normalmente se frena toda iniciativa deportiva, pues asociamos a esa actividad una nueva carga, impidiéndonos reconocer el provecho que aportará al ritmo de vida diario. En tales circunstancias, seríaposible acercarse a una actividad de baja intensidad, capaz de adaptarse a nuestra capacidad física y que nos aporte otros beneficios. Podría ser la marcha nórdica, esta manera de caminar con bastones en contacto con la naturaleza, la actividad con la que equilibrar las pequeñas o grandes batallas diarias. Sabemos que pasear por un bosque, a la orilla de un río o cerca del mar, observando los cambios provocados por las estaciones, por el clima o por la hora del día, en silencio o acompañado de una agradable charla, estimula los sentidos, reduce notablemente los niveles de estrés y aumenta el goce. Por lo tanto, podríamos alcanzar el bienestar emocional.
En el caso de tomar partido por la marcha nórdica, Nordic Walking, es muy importante comenzar con un buen instructor que enseñe una buena técnica para evitar gestos o posturas inadecuadas. Ante todo se debe favorecer la seguridad. Una mala técnica, una mala práctica puede llevar al abandono. Necesitamos comenzar asegurándonos la continuidad en la práctica. Un aumento progresivo y cuidado en relación a la dificultad de la marcha y una mejora de la técnica serán los mejores aliados para hacer de la práctica de la marcha nórdica la mejor aliada para abordar las dificultades de la vida cotidiana y dulcificar los tropiezos.
En casi todas las capitales y en muchas ciudades de España encontramos escuelas de marcha nórdica que reúnen todas las condiciones para una buena y continua práctica, y contribuir, por tanto, al bienestar físico y emocional.
Por Dolores Armas Psicopedagoga
Walker de Nordic Walking Lugo