Los más representativos, los de una belleza singular y esfuerzo infinito, son los de piedra, con sus múltipes variantes.
Pero también son hermosos, caprichosos, y diferentes los cierres naturales.
Al borde de la senda, nos soprende, el camino delimitado por árboles, todos ellos inclinados, conocido el fenómeno como fototropismo positivo ,buscando captar la mayor cantidad luz posible.
Se señalan los límites de las parcelas con árboles con árboles plantados a distancias de 4 a 8 metros formando alineaciones. Se usan arboles de la misma especie o combinadas con otras. Destaca el uso del
sauce o salgueiro (Salix atrocinerea), el roble o carballo (Quercus robur), el castaño o castiñeiro (castanea saliva), el abedul o bidueiro (Betula pubescens), así como especies perennes como el laurel o loureiro (Laurus nobilis) y el acebo o acivro (Ilex aquifolium).
En muchas ocasiones los árboles se combinan con con muros bajos de cachotes intercalados entre ellos o cierres mixtos de alambre, en los que los propios árboles se emplean como soporte.
También aparecen alineaciones de árboles plantadas muy próximas entre sí, de forma que crean un cierre continuo formando una sebe densa.